Sentir amor correspondido y vincularnos afectiva y sexualmente con otra persona, nos hace ser partícipes de una de las mejores sensaciones y emociones que el ser humano puede experimentar a lo largo de su vida.
Aunque el mito extendido de la “media naranja” sigue vigente, cada vez más personas se dan cuenta que el amor durará tanto como se cuide, y lo cuidaremos tanto como lo queramos y que sí, a veces, el amor se acaba.
Y cuando el amor termina, la relación se deteriora y se rompe. Y son muchas las razones que nos pueden llevar a la ruptura: la infidelidad de uno de los miembros, suele ser una de las causas más comunes en el trabajo en consulta, pero también lo es la pérdida de interés por el/la otro/a, los problemas en la comunicación, los objetivos y proyectos vitales, etc.
Como veis, son múltiples los motivos que pueden desembocar en el desamor y poco importa si han sido muchos los años compartidos, el dolor y el sentimiento de pérdida es el mismo llevando diez o un año juntos. La ruptura de pareja es un proceso de duelo que puede vivirse como una de las experiencias vitales más dolorosas, ya que se pierde a alguien con el cual habíamos compartido, fantaseado, creado unas expectativas y un proyecto vital conjunto pero, a diferencia de un proceso de duelo por defunción, nuestra expareja sigue existiendo y viviendo, aunque no a nuestro lado.
Por eso, una vez se termina la relación, es necesario redefinir los aspectos individuales y seguir adelante a pesar del sufrimiento porqué, aunque al principio nos cueste verlo, la vida no termina cuando nos rompen el corazón. Así que si te sientes identificado/a con lo que te cuento, en este artículo te voy a dar unos cuantos consejos para sobrellevar la situación sin olvidar que, como todo duelo, requiere de un tiempo para la recuperación total.
1. Permítete sentir
Muchas veces nos reprimimos los sentimientos negativos que experimentamos y, de hecho, en la fase inicial del duelo hay una gran dificultad para asumir la pérdida e intentamos respondernos de manera incesante el ¿por qué ha acabado? Y ¿cómo fue posible que no lo viésemos venir? Es una fase donde prima la culpa, la incertidumbre y, pese a que parezca contradictorio, también la esperanza de volver a recuperar el amor.
Ese estado de ansiedad y negatividad condiciona las otras esferas de nuestra vida: trabajo, estudios, obligaciones, todo pierde el interés porqué hemos perdido la motivación.
Permítete sentir tristeza, enfado y rabia, ya que esforzarse por querer estar bien y hacer ver que no sucede nada, no permite procesar lo que se está sintiendo, además de suponer un gran desgaste emocional.
2. La tristeza no tiene que ocupar toda tu vida
Que nos permitamos sentir, no significa que debamos arrastrarnos por la tristeza ya que a la larga puede ser perjudicial y llevarnos a estados depresivos. Un consejo, mantente ocupado/a y activo/a.
Aunque que creas que lo que te apetece es quedarte en casa, llorando, comiendo chocolate, mirando fotos e incluso poniéndote alguna playlist con canciones románticas, está dinámica, aunque es ineludible de manera ocasional, puede convertirse en una espiral arriesgada, así que, aunque no te apetezca demasiado, llama a tus amigos/as y apúntate a los planes: sal a cenar, a tomar unos vinos, ve a hacer deporte y libera endorfinas, éstas te harán sentir mejor.
3. Habla y expresa como te sientes
Queda con tus amigos/as, hermanos/as y/o personas de confianza, coméntales cómo te sientes y comparte la tristeza, eso sí, hay que evitar monopolizar todas las conversaciones, tanto por tu salud mental como la de tus amistades.
4. La mente y sus mecanismos de defensa
No debes idealizar, ni odiar a la otra persona por lo sucedido. Se trata de ser justo e intentar comprender la situación aunque te duela. Tampoco busques culpables, ni te tortures por aquello que no se hizo bien. Esas cuestiones sólo te harán sentir peor. Por eso, es importante que te centres en tu bienestar y en qué focalices tus esfuerzos en marcarte objetivos tangibles y un plan para conseguirlos.
5. No preguntes por él/ella
Aunque hayáis compartido amistades, no intentes saber qué hace o qué deja de hacer, ten un poco de amor propio y autocontrol para no ceder. Piensa ¿qué cosas buenas te aporta saber cómo le va? Seguramente muy pocas.
Hoy en día quizá no necesitemos hablar con nadie para saber (o investigar) sobre otra persona, las redes sociales están ahí, y hay que darles un buen uso. Evita ser un/a “detective” y rastrear sus redes para ver quién le ha dado like o quién le ha dejado un comentario. Tu imaginación puede jugarte malas pasadas y, además, tengo que comentarte que sufrimos más por lo que pensamos que por lo qué realmente es.
Lo más importante en éste proceso de duelo es que tengas paciencia y seas condescendiente contigo mismo. El dolor no desaparece de un día para otro, pero poco a poco irás sintiéndote mejor. Y aunque es posible que pasado un tiempo sigas recordando a esa persona, ni la intensidad, ni la tristeza serán las mismas.
Haz un aprendizaje de lo sucedido y valora objetivamente los pros y los contras de esa antigua relación y de la antigua pareja, este ejercicio te podrá ayudar en no cometer los mismos fallos en futuras relaciones y para no vincularte con personas similares, en caso que se tratase de una relación tóxica.
Y si a pesar de todas estas pautas ves que el tiempo pasa y no consigues superarlo, no dudes en contactar con un especialista que te ayude a darle un nuevo significado a ésta experiencia y te permita superarlo y salir del dolor de una manera reforzada focalizándote en las cosas positivas y en tus propios objetivos.