1. La educación sexual es lo más importante
Ésta marca la diferencia. El saber no ocupa lugar y cuanto más sepamos sobre sexualidad, mejor desempeño, rendimiento y satisfacción tendremos. No es una cuestión de objetivos o competencias, es una cuestión de empoderamiento a través del conocimiento. Nacemos y somos sexualidad desde que nacemos hasta que morimos, ¿por qué no aprender sobre algo que forma y va a formar parte de nosotros toda nuestra vida? Dicho así parece una locura no informarse, ¿verdad?
2. El sexo es lo que tú quieras que sea
“Para mí el sexo es tener un encuentro erótico con mi pareja”, “para mí es ver cómo mi chica se come un helado” ¿quién tiene más razón? Los dos. Durante todos estos años, me he dado cuenta de que el comportamiento sexual es algo muy subjetivo, y por ende, muy íntimo y personal, tanto como los gustos o las tendencias. Siempre se ha dicho que para gustos los colores, ¿no? Imagínate en el sexo. Hay casi tantas posibilidades como personas y ninguna peor que otra. El sexo también puede ser no mantener relaciones sexuales, y sí, lejos de lo que estás pensando eso también es una expresión de la sexualidad totalmente respetable.
3. En el sexo no hay nada normal
La eterna pregunta: “María, me pasa esto o me ocurre lo otro, ¿es normal?”
Parece que cuando algo se sale de lo convencional o de lo que está bien visto a nivel social ya es raro, enfermo o anormal. Pues mira, normal, normal como tal, no hay nada. Yo siempre digo que, mientras los gustos y las prácticas sean éticas y legales, no tiene por qué haber ningún problema. Así que, mientras se cumplan esos dos requisitos y haya un respeto hacia ti mismo/a y/o hacia tu pareja, puedes quedarte tranquilo/a porque lo que estás haciendo es expresar tu sexualidad y vivirla de manera saludable.
4. Mantener relaciones sexuales no es lo mismo que tener un encuentro erótico
De esto me enteré nada más empezar el máster. Es lo primero que te cuentan los profesores “Mantener relaciones sexuales hace referencia a la cognición y la conducta” (y yo mientras con esta cara)
Lo que quiere decir esta frase es que “el follar” o lo que popularmente conocemos como “mantener relaciones sexuales”, es en realidad tener un encuentro íntimo o encuentro erótico con uno mismo o con la pareja (o parejas), mientras que mantener relaciones sexuales hace referencia a un espectro más amplio que va desde pensar en sexualidad o hablar de sexualidad, hasta leer sexualidad. Por ejemplo, siguiendo al pie de la letra esta definición, nosotros (tú y yo) estaríamos manteniendo relaciones sexuales ahora mismo dado que yo estoy escribiendo sobre sexualidad y tú estás leyendo sobre ella. ¿A qué es flipante y extraño a la vez? La vida nos sorprende.
5. El punto G no es un punto, es una zona
Seguimos con las sorpresas. Hasta ahora siempre habíamos pensado que la zona G era un punto, ¿por qué ahora de repente es una zona? Muy fácil, porque cada mujer lo sitúa en un sitio (algunas ni lo sitúan porque no lo encuentran) y en muchas ocasiones la zona estimulada no tiene una forma definida y delimitada.
6. La ansiedad es el enemigo número uno de los encuentros eróticos
Da igual qué peripecias hagas o qué trucos uses, si estás nervioso/a nada va a salir bien por mucho que te empeñes. La ansiedad ante los encuentros eróticos (qué bien que ya sepas a qué hace referencia esta definición), es un problema bastante común en la población. Marcarse objetivos o determinar el encuentro a partir del rendimiento o número de orgasmos es algo que no ayuda. Ya sea por éstos o por cualquier otro motivo similar (a veces no conocemos el motivo exacto hasta que no vamos al sexólogo), si está ahí, va a hacernos la puñeta hasta que calmemos los nervios.
7. Los preliminares no existen
¡Tachán! ¿Los he hecho desaparecer de repente por arte de magia? No, en realidad es que nunca han existido pero nos han hecho creer que sí durante mucho tiempo. Cuando hablamos de preliminares hablamos de algo que antecede a otra cosa mejor. En este caso, ¿qué vendría después de los archiconocidos “preliminares”? ¿El coito, verdad? ¿Y es realmente el coito mejor que los besos, que las conversaciones excitantes, o que el sexo oral? Depende de los gustos, claro, pero mejor como tal y a nivel universal ya te digo yo que NO. Para que te sirva de ejemplo: sólo un 20% de mujeres llega al orgasmo practicando la penetración. No será para tanto el coito entonces, así que, por mucho que mole, no hagas de él el epicentro del encuentro, ¡que hay muchas zonas del cuerpo por descubrir!
8. Hay que cuidar el deseo
Como si de una planta se tratara, sí. Igual que todos los días hablas con tu pareja, con tus hijos, con tu madre o con tus amigos, todos los días tienes que hacer algo que inicie tu respuesta sexual. No hablo de tener encuentros eróticos, hablo de imaginar, leer, colocarse delante del espejo y probarse ropa interior nueva... Ahora que también puedes masturbarte, por ejemplo. ¡Libertad!
9. El vivir “aquí y ahora” está infravalorado
El famoso “Carpe diem” está de capa caída. Así te lo digo. Mucho postureo, mucho “qué feliz soy”, pero luego lo único que buscamos es el reconocimiento y el éxito. Y en el sexo también, no iba a ser menos.
Hay que aprender a vivir el momento, PERO DE VERDAD. Nada de vivirlo de pega y por quedar bien. Ya sólo con eso, nuestra vida sexual va a cambiar al 200%
10. Disfrutar de la sexualidad es una cuestión de actitud
Pues sí, y ésta es la regla número 1. O se quiere o no se quiere, pero trabajar para y por el disfrute y hacerlo de mentirijillas para autoconvencerte de algo no cuela. Cuando estás enfermo/a, vas al hospital porque quieres ponerte mejor, pues con la sexualidad igual. Si crees que presentas una insatisfacción en tu vida sexual y quieres realmente cambiar ese estado, actúa y comprométete. Es el primer paso.